Juicio en Feldkirch
Un prejubilado amenazó de muerte a su médico
Un paciente insumiso enloqueció porque su médico de cabecera se negó a extenderle una receta. El miércoles se celebró el juicio en Feldkirch. Las cosas se calentaron por momentos.
No sólo su médico de cabecera sabe que este prejubilado de 54 años no es una buena persona. El agresivo acusado también dejó huella en el tribunal regional de Feldkirch. Primero en el pasillo del juzgado, luego en la sala. "¿Dónde está el cabrón?", pregunta repetidamente a la fiscal Sarah Nenning durante su declaración inicial.
La juez Sabrina Tagwercher le da la razón: "Escúchame bien. Aquí hay reglas del juego. Y tú también tienes que cumplirlas. Si no te comportas con normalidad, tendré que llamar a la policía. ¿Me entiendes ahora?". El acusado se calla por un momento.
Ahora escucha con atención. Aquí hay reglas del juego. Y tú también tienes que cumplirlas. Si no se comporta con normalidad, tendré que llamar a la policía.
Die Richterin zum Angeklagten
El fiscal aprovecha la oportunidad y continúa donde lo dejó: leyendo los cargos. Se trata de coacción y daños a la propiedad. El acusado había amenazado con matar a su médico de cabecera a mediados de febrero si se negaba a recetarle la medicación de sustitución que necesitaba.
Después de que el médico ordenara al ex drogadicto que abandonara la consulta, el hombre de 54 años supuestamente golpeó el cristal. "¡Eso no es verdad! Soy inocente", dijo inmediatamente el prejubilado. La auxiliar había cargado la receta en su tarjeta electrónica. Pero cuando se presentó en la farmacia, no había nada en ella.
Así que volvió de nuevo a la consulta. Tras una discusión con la auxiliar, el médico se reunió con él. "Se burló completamente de mí y afirmó que yo había intentado extorsionarle con medicamentos de sustitución. Le dije: '¡Estúpido gilipollas, te voy a matar ahora mismo!".
Juez: "Entonces es usted culpable, ¿no?". Tras varias diatribas de odio, el hombre de 54 años confiesa los delitos, lo que al final también atenúa la pena. La sentencia final: una multa de 1440 euros. Cuando la Sra. Rata le preguntó si estaba de acuerdo, el prejubilado respondió: "¡De todas formas siempre soy un gilipollas!".









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