La hija de Nicholson:
La mansión “Playboy” fue el patio de recreo de mi infancia
La mansión "Playboy" se consideraba un patio de recreo pecaminoso para los ricos y famosos con las bellas. Pero para la hija de Jack Nicholson, la casa de Hugh Hefner, incluida la infame gruta de la piscina, fue un verdadero patio de recreo.
Lorraine Nicholson ha revelado ahora en la revista "Vanity Fair" que vio la finca como "un mundo mágico" durante los primeros once años de su vida.
"Me encantaba este lugar"
La joven, que ahora tiene 33 años, procede de la relación de la leyenda de Hollywood con la modelo Rebecca Broussard. Tras su nacimiento en 1990, su niñera Cis -que también trabajaba como asistente para Hefner- la llevaba regularmente a la mansión "Playboy": "Me encantaba este lugar porque allí me esperaban mis mejores amigos".
Éstos eran Marston, que tenía su misma edad, y su hermano Cooper, un año más joven y fruto del matrimonio de Hef con la ex "playmate" Kimberly Conrad. Lorraine: "Para mí, toda la finca era como me imaginaba el Jardín del Edén: tantos espacios verdes y árboles. Me encantaba el agua caliente de los jacuzzis y los túneles. A veces estábamos allí todos los días, pero casi nunca hasta que oscurecía".
"Familia numerosa y poco convencional"
No porque a su alrededor ocurrieran cosas no aptas para adolescentes, "sino porque se nos hizo aburrido". Lorraine celebraba casi todos los cumpleaños e incluso fiestas como Acción de Gracias en casa del "tío Hef", a menudo junto a su famoso padre: "Éramos como una gran familia poco convencional".
Cuando se hizo mayor, Lorraine se dio cuenta de que la mansión no estaba realmente pensada para niños: "Pero yo no podía tener menos curiosidad por el sexo o la sexualidad en aquella época. Ni una sola vez miré una revista 'Playboy', aunque estaban por todas partes".
"Magia arruinada"
Tampoco se preguntó nunca por qué había espejos por todas partes en la "sala de juegos", pero ningún mueble aparte de los colchones. O por qué todos los armarios de los baños estaban llenos de vaselina y lociones extrañas.
Sin embargo, cree saber por qué nunca presenció ningún acto sexual entre las conejitas y los visitantes: "Los niños arruinábamos la magia de la Mansión "Playboy" para los adultos con nuestra presencia. Era como si un adulto corriera desnudo por Disneylandia como un streaker".
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